Barranquilla: día de las velitas

En mi segunda visita a Colombia coincidí con la que probablemente sea la noche más importante para un Colombiano, al menos, para un costeño, y en concreto, de Barranquilla.

El día de la Inmaculada Concepción en Colombia tiene una celebración muy peculiar, y consiste en inundar la casa y las calles de velitas; dependiendo de la zona del país en la que te encuentres (colombia es el doble de grande que España), el ritual tiene sus variantes.







En algunas ciudades como Bogotá, las velitas la encienden la noche del día 7 de diciembre. En Cartagena de Indias, costa caribeña, las encienden en la mañana del 8 de diciembre, y muy cerquita, en Barranquilla, la encienden en la madrugada del 7 al 8 de diciembre.



Probablemente la celebaración en Barranquilla sea la más larga y parrandera de todas, pues la fiesta empieza en la noche y todos los barranquilleros amanecen con la música a todo trapo.

En mi primera madrugada de velitas, tuve un amanecer un tanto peculiar, pues quedé con un amigo de la familia de toda la vida, y que el destino ha querido que nos encontremos en esta ciudad una y otra vez.

Rodolfo es español, pero con 15 años llegó a esta ciudad, y ya son más de 50 los años que lleva danzando al son de vallenatos y cumbias, pero sin olvidar el buen flamenco que siempre le entusiasmó.

Además de apasionado por la buena música, Rodolfo tiene un largo etcétera de cualidades que lo hacen único, como su imaginación que lo llevó hace años a fabricarse él mismo un chiringuito de churros en su propia casa. Sí, sí, nuestros churros de toda la vida, que en su casa ya se han convertido en un clásico que cada madrugada del 8 de diciembre la llena de buenos amigos, vecinos e incondicionales de un buen chocolate con churros, como si de una madrugá sevillana se tratara.

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